La entomóloga y magíster en Ciencias Biológicas, Estela Santos, desarrolló nuevas líneas de investigación en Uruguay, vinculadas con la polinización. Actualmente es la asesora técnica de treinta productores de Sauce y zonas aledañas.
La curiosidad de Estela Santos por las abejas se despertó en la adolescencia, cuando su mamá hizo un curso de apicultura. Una tía las invitó a ambas a trabajar como apicultoras y generar así otro medio de vida además de la actividad granjera que desarrollaba la familia. Con 14 años, Santos siguió los pasos de su mamá y su tía y empezó ayudar. Luego decidió ingresar a la Facultad de Ciencias y optó por la entomología, la ciencia que estudia a los insectos.
En la Facultad no existía un campo específico vinculado a las abejas. Eso fue lo que llevó a que Santos empiece a investigar. La entomóloga hoy es referente en el tema y ha desarrollado líneas novedosas, que no se trabajaban en Uruguay. Los aportes académicos de Santos, vinculados con la polinización, también ayudan a mejorar la producción frutícola y hortícola.
Santos trabaja con apicultores de la zona desde el año 2009, en un grupo que comenzó con nueve productores y hoy nuclea a más de treinta. La entomóloga conversó con HOY CANELONES sobre el trabajo con apicultores del departamento, las brechas de género en los ámbitos académicos y la importancia de la ciencia en la producción rural.
¿Cuál es el aporte de una magíster en Ciencias Biológicas en la producción apícola?
Como especialista en abejas, abordo distintos temas que ayudan a los productores. A veces hay que resolver problemas sanitarios, e incluso comerciales, vinculados a lo productivo. Desde mi formación académica en entomología y especialista en sanidad apícola y nutrición de las abejas, siempre surgen cosas para resolver.
¿Recuerda cómo nació su vocación por la ciencia?
El comienzo fue algo entreverado. Sabía que quería especializarme en abejas porque trabajaba con mi madre desde los 14 años. Ella hizo un curso de apicultura y una tía nos invitó a realizar esa actividad para tener un medio más de ingreso. Para una familia en un medio rural que se surtía de la granja, tener abejas era una posibilidad. Entré a la Facultad de Ciencias porque sabía que allí podía perfeccionarme en temas relacionados a la biología y los insectos, siempre buscando la conexión con lo que a mí me gustaba. Fue un poco loco, porque no existía algo específico de abejas y apicultura. Entonces fui desarrollando líneas de investigación con algunos profesores en Facultad.
¿Qué inequidades de género existen en el área de la ciencia en la que usted se desempeña?
Por suerte es bastante equitativo. El rango y la jefatura del laboratorio donde trabajo está bien compartida. El año pasado hicimos un censo y aproximadamente estamos en un 50% (de mujeres). Lo que sí vemos es que los nuevos estudiantes que se van interesando por estos temas, en su mayoría, son mujeres.
¿Qué falta en la ciencia a nivel general para equilibrar la balanza de género?
Quizá se debería prestarle un poco más de atención a las mujeres, sobre todo cuando el estudiantado viene de ambientes rurales. Los nuevos estudiantes hombres (de lugares rurales) vienen más decididos, mientras que al género femenino le cuesta tomar iniciativa en algunos cursos. Se les podría prestar más atención a estas estudiantes que vienen del interior.
En 2019, colmenas de varias zonas del país estaban afectadas por el uso de agrotóxicos en cultivos. ¿Esta problemática continúa?
Seguimos teniendo problemas de mortandad en las colmenas, asociadas a agroquímicos, pero las gremiales y los productores venimos desde hace tiempo haciendo campañas para concientizar, y se ha trabajado a nivel de Ministerio para prohibir algunos productos. Se ha trabajado y sentimos que hay una mejor receptividad de este nuevo Gobierno.
¿Hay conciencia de la importancia de la ciencia en la mejora de la producción rural?
Creo que sí, al menos en la apicultura. Este rubro tiene la particularidad de que no es una actividad heredara como otros trabajos de la chacra, donde el padre tiene plantaciones y el hijo sigue la tarea. Quienes trabajan con abejas realizan una capacitación desde el inicio, son conscientes de que hay que estar aggiornando con nuevas tecnologías, nuevos medicamentos, etc. El apicultor busca resolver problemas, llama a un profesional, se vincula con la ciencia para tener una mejor producción. A su vez, desde la academia se realizan jornadas de actualización apícola que permiten que el apicultor se acerque. Veo una buena relación entre la apicultura y la academia.
Fernando Guerrero
Fuente: Diario Hoy Canelones
Secretaría de Comunicaciones – Sociedad Apícola Uruguaya
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